logo

icono-facebook
 
 
 



El Propósito del Cordero
 
La frase denota el importante y definitivo propósito que vino a realizar nuestro Señor Jesucristo como el Cordero de Dios. Las verdades que se declaran sobre el amor de Dios por el mundo y el gran sacrificio de su Hijo muriendo en la cruz del calvario, son absolutamente divinas y llegan a nuestra mente con un gran impacto. 
 
Sin embargo surgen algunas preguntas sobre el propósito del Cordero de Dios. ¿Por qué un Cordero de Dios? ¿Era necesaria su muerte?  ¿Qué tan necesaria y porqué? ¿Por qué tanto énfasis de Juan el Bautista hacia el Señor Jesús como el Cordero de Dios?  Creo que el sacrificio de Cristo y su nombramiento como “Cordero de Dios” no tiene el impacto que debería en muchos corazones, por el hecho de ignorar la condición verdadera en la que se encuentra la humanidad (el mundo) y todo aquel ser humano que no ha venido a Cristo.
 
Cuando se hacía mención de un cordero, el pueblo judío lo relacionaba con un sacrificio, pues en toda su historia habían realizado sacrificios de un cordero (Levítico 14:12-21; Hebreos 10:5-7) En su anunciación, Juan el Bautista hace uso de esta expresión como el sacrificio máximo de Cristo para expiar los pecados del mundo. Isaías anunció que un cordero sería llevado al matadero, como una oveja ante sus trasquiladores. Isaías 53:7.
 
En el capítulo uno del evangelio de Juan en el verso veintiséis cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para preguntar a Juan el Bautista quién era él; dio testimonio tres veces de Jesús como el Cordero de Dios diciendo: yo no soy el Cristo, ni Elías, ni el profeta. Y cuando aquellos hombres le preguntaron: ¿por qué bautizas si no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? Desde ese momento Juan testificó diciendo: “En medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis” 
(v-26). Quería decir, que ya está con nosotros en el mundo y es divino porque él es antes de mí. Al siguiente día, en una forma pública les declara cuando el mismo Jesús pasó cerca de ellos: “He aquí el Cordero de Dios” a miles de personas que venían a él a su bautismo; ¿lo ven? Aquí está, aquí lo tienen. 
 
La tercera vez de una forma mas privada a dos de sus discípulos, Juan el Bautista les anuncia al otro día “He aquí el Cordero de Dios” (v-29). En esta ocasión para que lo siguieran; ¡allí está vayan con él! Él es el Cordero de Dios. Aquellos discípulos de Juan lo dejaron para seguir a Jesús. 
 
Juan el Bautista cumplía su misión como la Voz que clama en el desierto, dando testimonio; Andrés le da testimonio a su hermano Simón (Pedro),  y Felipe le da testimonio a Natanael, al decir ambos: ¡hemos hallado al Mesías!, hemos hallado a aquel de quién escribió Moisés en la ley así como los profetas, a Jesús el hijo de José, de Nazaret.
 
Esa es la escena hermosa de aquel mensajero, de aquella voz que vino a dar testimonio de la luz  anunciando con gran gozo. El mismo Jesús dijo en Mateo 11:11 que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista por ver con sus propios ojos y participar en el cumplimiento de las cosas que los anteriores profetas solo pudieron anunciar.
 
 
El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo
 
¿Cuál fue el propósito de tener un Cordero que Dios proveyó al mundo? La respuesta descansa en la frase siguiente: “que quita el pecado del mundo”. Este nombramiento nos lleva a hablar de la doctrina del pecado, siendo allí donde tanto el creyente como el incrédulo logran comprender el valor divino y necesario de ese Cordero de Dios.
 
- La gravedad del pecado
 
Un incrédulo apunta con su arco al juez divino porque quiere matarlo. Los seres humanos no erramos solo un poco; somos, pensamos y hacemos el mal. Cuando Dios terminó su creación la examinó y vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que era bueno en gran manera. Génesis 1:31,  los ángeles, el hombre, todo. Aunque la Biblia no nos específica como es que un ser bueno puede volverse malo, sí nos dice que Satanás cayó; se envaneció inflándose y cayó en condenación al igual que los ángeles que lo siguieron para no poder arrepentirse jamás, 1 Timoteo 3:6. Eva incurrió en transgresión, 1 Timoteo 2:14; Adam pecó, Génesis 3:6, al ser engañados por la serpiente, a la cual Dios maldijo; a la mujer, y  multiplicó en gran manera sus dolores y sus preñeces, Génesis 3:14,  y la tierra fue maldita produciendo espinos y cardos. 
 
El hombre recibió la recompensa de su pecado al ser separado de Dios (muerte espiritual),  Génesis 3:23 y 24 y al recibir la muerte física Génesis 5:5 .En todos sus años de vida Adam nunca pudo regresar a Edén. Aquel hombre que fue hecho a semejanza de Dios Génesis 5:1 tuvo hijos a su semejanza, conforme a su imagen, Génesis 5:3 ya con temor conociendo el bien y desgraciadamente también el mal.
Podemos contemplar desde muy temprano el corazón malo del hombre desde Caín que se ensañó, se enojó contra su propio hermano; el pecado estaba a la puerta pues cometió algo muy trágico matando a su hermano, Génesis 4:6-7. Solo imagina lo que su madre sentía al conocer que uno de sus hijos había matado a otro y todo gracias al pecado. 
 
Para Génesis 6 el hombre ya se había multiplicado sobre la faz de la tierra, pero las cosas no mejoraron, al contrario, empeoraron, y cuando Dios vio a la humanidad dijo: él es carne (v-3); y vio Dios que la malicia de los hombres era mucha en  la tierra y que todo designio de los pensamientos de ellos era de continuo solamente el mal. (v-5); el único pensamiento y deseo del hombre era hacer el mal. Por eso Dios erradicó del planeta toda vida con un diluvio universal. Murió toda carne de aves de ganado de bestias y de todo reptil… todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, murió, Génesis 7:21-22. 
 
Qué terrible es el pecado, trajo muerte por todas partes y todo comenzó con comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal que Dios mandó no comer, pero la idolatría del hombre y su rebeldía era tal que prácticamente dijo: “no me interesa lo que Dios dijo, el fruto es bueno para comer, agradable a los ojos, y codiciable para alcanzar sabiduría”. Dios siempre mostró su misericordia, pues dejó vivir a Adam y después a Noé y su familia.
 
El género humano se multiplica nuevamente y ahora son naciones las que se forman, unas de ellas Sodoma y Gomorra, Génesis 19. Naciones en donde el pecado se había agravado en extremo, Génesis 18:20. Dios le avisó a Abraham que las destruiría, y este último pregunta: ¿destruirás también al justo con el impío? Sabemos la historia, comenzado con cincuenta y terminando con diez, Dios le mostró a Abraham que no había ni siquiera un justo en esas ciudades, y si dejó salir a Lot, fue por su misericordia. Aquellas ciudades perecieron por la maldad y pecado que practicaban. 
 
Israel
Mas tarde Dios escogió un pueblo descendiente de Abraham con un plan magistral de salvación. Aún ese pueblo escogido por Dios, llamado el pueblo de Israel  no mantuvo la santidad a la que Dios lo había llamado, Deuteronomio 7:6 “Porque  tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios, Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la tierra” y rápidamente se corrompieron, porque la condición del hombre y su naturaleza es pecaminosa.  El versículo siete dice “No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová… sino porque Jehová os amó”, Deuteronomio 9:5 “no por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, mas por la impiedad de estas gentes Jehová tu Dios las echa de delante de ti y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob”. 
 
Era un pueblo de duro corazón y muy prontamente desde el tiempo de los jueces y en el tiempo de la monarquía sus reyes los llevaron a cometer pecados mayores que las de los pueblos paganos, tanto que ya no había diferencia entre el pueblo escogido santo de Dios y los pueblos paganos de la tierra donde habitaban. Solo por mencionar a uno de sus reyes mas malos: Manasés rey de Judá en Jerusalén pasó a su hijo por fuego, fue agorero, instituyó encantadores y adivinos, edificó altares en la casa de Jehová para dar culto a las constelaciones, multiplicó así el hacer lo malo ante los ojos de Jehová, provocándolo a ira, 2 Reyes 21:2. Años mas tarde Dios mandó a Babilonia para destruir Jerusalén  a fuego durante el reinado de Sedequías, quien vio morir a sus hijos degollados por mano de un rey pagano y luego le sacaron los ojos llevándolo cautivo a Babilonia y a muchos del pueblo de Dios.
 
Todos estamos infectados
Hoy no es distinto, si piensas que tú eres mejor estás equivocado, no somos personas medias malas o  medias buenas; somos pecadores terribles, y merecedores del infierno eterno que es el pago justo por nuestro pecado. Salmo 58:3, “se apartaron los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron”; Salmo 51:5 “He aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre”. Quiere decir que el hombre nace pecador por naturaleza y eso es obvio pues está expuesto a la paga del pecado que es la muerte. Nacemos muertos espiritualmente, todos morimos físicamente y los incrédulos al evangelio morirán eternamente. En el Salmo 14, Dios se asoma desde los cielos para ver si hay algún justo alguien que busque a Dios, pero todo lo que encuentra es corrupción, personas haciendo obras abominables y dice: “No hay quien haga el bien”
 
Miró desde los cielos pero todos se desviaron, todos corrompidos, no hay ni siquiera uno. Pablo lo cita en Romanos 3:4 al decir que “Todo hombre es mentiroso”. Habrá quien diga: yo soy mejor que aquel, o yo no soy tan malo como aquel otro; pero la Biblia dice: “No hay justo ni aun uno, No hay quién entienda, No hay quién busque a Dios, Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura… No hay temor de Dios delante de sus ojos”, Romanos 3:11-18. Pablo dice en Efesios 2 que estaban muertos en sus delitos y pecados, pero después aclara que todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás… Efesios 2:5 declara que estábamos muertos en pecados; en Romanos 5:8 dice que éramos pecadores y Cristo murió por nosotros, y en el v-12 dice que el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
 
El ser humano está infectado, totalmente corrompido. Isaías dice que todos nosotros somos como suciedad y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia, Isaías 64:6. Santiago 1:14 dice que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, al ser consumado, da a luz la muerte.
Si decimos que no hemos pecado nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros, 1 Juan 1:8. Sólo mírate en un espejo y observa como envejeces  cada día, sólo siente los dolores de tu espalda como van creciendo con el paso de los años, hasta que vuelvas al polvo porque de ahí fuiste tomado. El que hace pecado es esclavo del pecado, Juan 8:34.
 
Pablo dice que el hombre detiene con injusticia la verdad, Romanos 1:18, y en el verso-24 del mismo capítulo, Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones. Dios los entregó a pasiones vergonzosas  (v-26); se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres; Dios los entregó a una mente reprobada (v-28), para hacer cosas que no convienen, estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y de malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia… los que practican tales cosas son dignos de muerte.
 
¿Crees que entras en una de esas categorías?
 ¿Todavía sigues pensando que eres una persona medio buena merecedora de algo?
 
Pablo pregunta: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?” y de una forma imperativa dice: “No erréis”, quiere decir: no te engañes, no te equivoques “que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de  Dios. Y esto erais algunos”, 1 Corintios 6:9-11.
 
En su carta pastoral a Tito le escribe: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, aborreciéndonos unos a otros"
Tito 3:3
 
 
- Valorando al Cordero de Dios
 
Cuando Juan anunció “he aquí el Cordero de Dios”, nos dijo también el propósito por el cual había venido, describió su misión en la palabra de Dios: para quitar el pecado del mundo, de forma definitiva y para siempre. “El mundo”, refiriéndose a la humanidad, extendiendo ahora la expiación suficiente, para todo aquel “que en Él crea”. Él, el Cordero, herido fue por nuestras rebeliones molido por nuestros pecados. Cuando Jesús murió en la cruz, aceptó la culpa de todos nosotros y el castigo que merecía nuestra culpa; por ese motivo Jehová cargó en él (en el Cordero), el pecado de todos nosotros, Isaías 53:6 De sus escogidos que predestinó antes de la fundación del mundo, Efesios 1:4-7.
 
Ahora sí podemos decir con alegría convencidos de nuestro pecado, podemos describir la alegría de Juan el Bautista entendiendo el gozo con que lo anunció: He Aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A esto decimos amén. ¡Gracias Dios!, ¡Gracias Cristo! por engrandecer tu amor para con nosotros, que siendo aun pecadores Cristo murió por nosotros. Que mereciendo el infierno eterno como pago justo de mis obras, ahora tengo la vida y soy declarado justo delante de Dios por aquel mediador entre Dios Santo y los hombres pecadores: Jesucristo hombre, el cual no hizo pecado ni fue hallado engaño en su boca. Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él, Romanos 5:8; 1 Timoteo 2:5;  2 Corintios 5:21.
 
Solo existen dos maneras en las que Dios se encarga del pecado:
1) Dando su paga con una eternidad en el infierno
2) Cargándolo sobre Cristo y perdonando al que crea en Jesús como Señor Dios y Salvador.
 
Si vienes a Él, justificándote a ti mismo y publicando tus logros y tus obras hermosas que has hecho (según tú) en la tierra y para tu iglesia, déjame recordarte que estás muerto en tus delitos y pecados y, amenos que Dios te dé vida en Cristo no podrás ni siquiera pedir de su ayuda. Vengamos a él con el espíritu del publicano en Lucas 18 que sabía las palabras de Éxodo 34:6 “¡Jehová!, ¡Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande y misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado”. Cuando el publicano se acordó de estas palabras y vio su condición oraba diciendo: se propicio a mí pecador.
 
He Aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo
 
A.M.C.